viernes, 19 de febrero de 2010

23- El principio del fin

Pasó dos o tres días encerrado en el departamento con los ojos pegados. Repasando todas las imágenes posibles para pasar las horas y no querer morirse.
Recordaba escenas que ya había visto y trataba de completarlas hasta llegar de principio a fin, en su memoria.

Una mañana, de la nada, tocó el timbre Fernanda. Como una encarnación del Angel de la Independencia.

Rubén desvariaba, sucio y flaco, intentó tanto olvidar que perdió la razón. Era un naufrago de si mismo y no tenía la menor intención de salir de ese estado de locura.
Ella lo conocía bien y no dudó, se ocupó de la licencia y el permiso para viajar a Buenos Aires. En menos de 24 hs. Rubén estaba volando bañado y dormido.