domingo, 28 de marzo de 2010

Fuera de si

Salió de la oficina forense cansado de copiar fotos con el afán de armar un relato que aporte algo en el caso, pero sus ojos se cruzaban en un punto y ya no lo dejaban distinguir bien.
Caminó de memoria y apurado hasta el departamento que compartía con Fernanda desde que volvió a Buenos Aires.

Se acercó sigilosamente para no despertarla, ella dormía de costado con una almohada entre las piernas, desnuda bajo la sábana blanca. El ventilador en mínimo movía el aire y su cabello en cámara lenta, la recorría, analizaba sus oscilaciones, la respiración irregular del sueño profundo…el movimiento de los ojos, el pelo enredado en el cuello apenas intentaba un vaivén pero tanto y tan pesado caía sobre sus hombros, se metía en sus axilas.  
Se sentó en el piso contra la pared a la que ella daba la espalda, dobló la cabeza hacia la izquierda, así quedó un momento fascinado con su largo existir como una cadena de médanos tan perfecta echada sobre la línea recta del colchón.
Era como las mujeres de Paul Gaugin, una combinación entre “Nevermore” y “Mujer con abanico”.
Pensó que debía pintar la habitación en ese tono de verde brillante,  con motivos de hojas grandes y ovaladas. Y los marcos de las ventanas en un rojo casi marrón,  la cama en tonos de azules mediterráneos, con toques de blanco como la espuma de las olas.