sábado, 9 de enero de 2010

18- Días que parecen siglos


Estaba muy inquieto, dio vueltas en la habitación, desnudo hasta que decidió bajar a la pileta.
Como un turista se puso la bata, las hojotas y una bermuda de baño.
La piscina redonda y baja entre cascadas artificiales con desniveles de piedras, el único bañista , un hombre rubio muy blanco leía el diario mientras tomaba algo en un baso de trago largo, con medio cuerpo sumergido en el agua no tan fría.
Decidió ignorarlo.
Detrás del cantero, una pileta clásica rectangular de un metro y medio de profundidad, lo llamó.
Hizo varios largos, uno pecho, otro crol y así pasó más de una hora nadando lentamente, movido por la inercia de las brazadas y el ritmo de la respiración. Entraba y salía del agua siempre con la boca abierta, inhalando afuera, exhalando abajo.
Salió hiperventilado y a los tumbos llegó a la habitación.
Se desplomó en la cama y así se durmió.


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