jueves, 28 de enero de 2010

20- Pesadilla 1

Esa mañana se despertó pensando en el muchacho de la marcha en el DF, el que lo invitó al bar.

Siguiendo las sugerencias del conserje caminó por la Av. Juarez y en una cortada se detuvo en un bar ambientado en tono marrones, sillas tapizadas en cuerina roja, La Sevillana.
No había ni una mujer. Una atmósfera pesada de habanos y bebidas, canciones ingles.
Buscó al hombre de la marcha pero no lo vio, jamás olvidaba una cara.
A unos pocos metros, el bar Marlboro y el bar 15. Se detuvo a mirarlos como esperando un dato de su intuición, entró en el 15 y ahí estaba. Delgado, moreno y con un bigote importante, llevaba la misma camisa de verano a cuadros, celestes y blancos con botones a presión.
-Te acordás de mí, le preguntó Rubén decidido.
-Claro, dijo el muchacho y se acercó como para decirle un secreto- el forense- dijo sin mirarlo.
Después se alejó y le mostró con la mirada las paredes de arriba de la barra empapeladas con fotos de mujeres y niñas.
-Es una vieja costumbre de los dueños, si tratás de despegar esa foto, vas a ver que abajo hay otra, hace décadas que decoran de esta forma. ¿Qué le sirvo?
Había quedado confuso con esas fotos ampliadas en papel de revista barata y no escuchó.
-¿Que le sirvo?, repitió.
- Cualquier cosa, dame una gaseosa, le contestó sin sacar los ojos de las paredes, todas empapeladas igual.
- ¡Vamos, hombre! Bébase un vino, la casa invita.
Y sacó de abajo del mostrador una botella de vidrio verde oscuro con una etiqueta en sepia que decía con letras de imprenta “LAMATO”
Tomó todo de un trago y apoyó el vaso en la mesada para que le sirviera más.

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